viernes, 10 de abril de 2020

Obras de misericordia




Obras de misericordia

Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales.

En total son 14: 7 Corporales y 7 Espirituales.

OBRAS CORPORALES DE MISERICORDIA
1. Dar de comer al hambriento
2. Dar de beber al sediento
3. Dar posada al necesitado
4. Vestir al desnudo
5. Visitar al enfermo
6. Socorrer a los presos
7. Enterrar a los muertos

OBRAS ESPIRITUALES DE MISERICORDIA
1. Enseñar al que no sabe
2. Dar buen consejo al que lo necesita
3. Corregir al que está en error
4. Perdonar las injurias
5. Consolar al triste
6. Sufrir con paciencia
los defectosd de los demás
7. Rogar a Dios por vivos y difuntos

Las Obras de Misericordia Corporales, en su mayoría salen de una lista hecha por el Señor en su descripción del Juicio Final.

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Explicación de cada uno de ellos:

 DAR DE COMER AL HAMBRIENTO

 DAR DE BEBER AL SEDIENTO


Estas dos primeras son complementarias y se refieren a la ayuda que podemos dar en alimento o en dinero a los necesitados.

Los bienes que poseemos, ¡si son bien habidos!, también nos vienen de Dios. Y debemos responder a Dios por éstos y por el uso que le hayamos dado.
Dios nos exigirá de acuerdo a lo que nos ha dado:
Parábola de los Talentos (Mt. 25,14-30). Por cierto, no es por casualidad, que viene contada en el Evangelio de San Mateo, justamente antes de la escena del Juicio Final, donde habla de las Obras de Misericordia.
Sobre dar de beber al sediento, la mejor historia de la Biblia es la de la Samaritana a quien el Señor le pide de beber. (Ver Jn. 4, 1-45)

 DAR POSADA AL NECESITADO:

En la antigüedad el dar posada a los viajeros era un asunto de vida o muerte, por lo complicado y arriesgado de las travesías. No es el caso hoy en día. Pero, aún así, podría tocarnos recibir a alguien en nuestra casa, no por pura hospitalidad de amistad o familia, sino por alguna verdadera necesidad.

 VESTIR AL DESNUDO:

Esta obra de misericordia se nos facilita con las recolecciones de ropa que se hacen en Parroquias y otros centros de recolección. Recordar que, aunque demos ropa usada, no es dar lo que está ya como para botar o para convertir en trapos de limpieza. En esto también podemos dar de lo que nos sobra o ya no nos sirve, pero también podemos dar de lo que aún es útil.

VISITAR AL ENFERMO:

No se trata de visitas sociales, por cumplir. Se trata de una verdadera atención a los enfermos y ancianos, tanto en cuido físico, como en compañía. Y la atención más importante en casos de vejez y enfermedades graves es la atención espiritual.

El mejor ejemplo de la Sagrada Escritura es el de la Parábola del Buen Samaritano, que curó al herido y, al no poder continuar ocupándose directamente, confió los cuidados que necesitaba a otro a quien le ofreció pagarle. (ver Lc. 10, 30-37)

El visitar al enfermo incluye el auxilio a los heridos.

 SOCORRER A LOS PRESOS:

Esto implica visitar a los presos y darles ayuda material y muy especialmente, asistencia espiritual (para ayudarlos a enmendarse y ser personas útiles y de bien cuando terminen el tiempo asignado por la justicia).

Significa también rescatar a los inocentes y secuestrados. En la antigüedad los cristianos pagaban para liberar esclavos o se cambiaban por prisioneros inocentes. Hoy en día este mandato es relevante con prisioneros inocentes y secuestrados ¿no?

 ENTERRAR A LOS MUERTOS:

El más famoso muerto enterrado y en una tumba que no era propia fue el mismo Jesucristo. José de Arimatea facilitó una tumba de su propiedad para el Señor. Pero no sólo eso, sino que tuvo que tener valor para presentarse a Pilato y pedir el cuerpo de Jesús. Y también participó Nicodemo, quien ayudó a sepultarlo. (Jn. 19, 38-42)

 ¿Por qué es importante dar digna sepultura al cuerpo humano?

Por que el cuerpo humano ha sido alojamiento del Espíritu Santo. Somos “templos del Espíritu Santo”. (1 Cor 6, 19)



ENSEÑAR AL QUE NO SABE:

Consiste en enseñar al ignorante sobre temas religiosos o sobre cualquier otra cosa de utilidad. Esta enseñanza puede ser a través de escritos o de palabra, por cualquier medio de comunicación o directamente.

“Quien instruye a muchos para que sean justos, brillarán como estrellas en el firmamento”. (Dan. 12, 3b)

DAR BUEN CONSEJO AL QUE LO NECESITA:

Aquí es bueno destacar que el consejo debe ser ofrecido, no forzado. Y, la mayoría de las veces es preferible esperar que el consejo sea requerido.
Asimismo, quien pretenda dar un buen consejo debe, primeramente, estar en sintonía con Dios. Sólo así su consejo podrá ser bueno. No se trata de dar opiniones personales, sino de veras aconsejar bien al necesitado de guía.

“Los guías espirituales brillarán como resplandor del firmamento”. (Dan. 12, 3a).

CORREGIR AL QUE ESTA EN ERROR:

No se trata de estar corrigiendo cualquier tipo de error. Esta obra se refiere sobre todo al pecado. Otra manera de formular esta Obra de Misericordia es así: Corregir al pecador.
Es de suma importancia seguir los pasos de la corrección fraterna que Jesús nos dejó muy bien descritos: “Si tu hermano ha pecado, vete a hablar con él a solas para reprochárselo. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma contigo una o dos personas más, de modo que el caso se decida por la palabra de dos o tres testigos. Si se niega a escucharlos, informa a la asamblea (o a los superiores)”. (Mt. 19, 15-17)

Para cumplir esta Obra de Misericordia convenientemente hay que tener en cuenta dos cosas: que pueda preverse un resultado positivo a nuestra corrección y que no nos causemos un perjuicio a nosotros mismos.

Debemos corregir a nuestro prójimo con mansedumbre y suma consideración. Una corrección ruda puede tener el efecto contrario
No podemos convertirnos en gendarmes de la gente; es decir en estar pendientes de todo lo que haga la gente. Sin embargo, corregir al errado en fe y moral es un consejo del Señor. Así termina el Apóstol Santiago su Carta: “Sepan esto: el que endereza a un pecador de su mal camino, salvará su alma de la muerte y consigue el perdón de muchos pecados”. (St. 5, 20).

PERDONAR LAS INJURIAS:

“Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, es un punto del Padre Nuestro, que el Señor aclara un poco más en San Mateo, al final del Padre Nuestro: “Queda bien claro que si ustedes perdonan las ofensas de los hombres, también el Padre Celestial los perdonará. En cambio, si no perdonan las ofensas de los hombres, tampoco el Padre los perdonará a ustedes”. (Mt. 6, 14-15).

Perdonar las ofensas significa que no buscamos vengarnos, ni tampoco conservamos resentimiento al respecto. Significa tratar a quien nos ha ofendido de manera amable. No significa que tenemos que renovar una antigua amistad, sino llegar a un trato aceptable.
El mejor ejemplo de perdón en el Antiguo Testamento es el de José, que perdonó a sus hermanos el que hubieran tratado de matarlo y luego hayan decidido venderlo. “No se apenen ni les pese por haberme vendido, porque Dios me ha enviado delante de ustedes para salvarles la vida”. (Gen. 45, 5).

Y el mayor perdón del Nuevo Testamento: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. (Lc. 23, 34).

CONSOLAR AL TRISTE:

El consuelo para el triste o deprimido se asemeja al cuido de un enfermo.Y es muy necesario, pues las palabras de consuelo en la aflicción pueden ser determinantes.
Aquí pueden entrar la atención de conversación con los ancianos, que tanto nos han dado y que en su vejez requieren que alguien les oiga, les converse, los distraiga.

 SUFRIR CON PACIENCIA LOS DEFECTOS DE LOS DEMAS:

La tolerancia y la paciencia ante los defectos ajenos es virtud y es una obra de misericordia.
Sin embargo, hay un consejo muy útil: cuando el soportar esos defectos causa más daño que bien, no se debe ser tolerante. Con mucha caridad y suavidad, debe hacerse la advertencia.

ORAR POR VIVOS Y DIFUNTOS:

La oración por los demás, estén vivos y muertos, es una obra buena. San Pablo recomienda orar por todos, sin distinción, también por gobernantes y personas de responsabilidad, pues “El quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. (ver 1 Tim 2, 2-3).

Los difuntos que están en el Purgatorio dependen de nuestras oraciones. Es una buena obra rezar por éstos para que sean libres de sus pecados. (ver 2 Mac. 12, 46)














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